jueves, 29 de marzo de 2012

Nosotros, Los Aeronautas del espíritu

Todos esos pájaros intrépidos que vuelan rumbo a lo lejano, a lo más lejano, ¡en alguna parte!.
Ciertamente, los abandonarán sus fuerzas y se posarán en lo alto de un mástil o en una estéril roca. Aún así estarán muy agradecidos por tan pobre alojamiento.
Pero, ¿quién va a inferir de esto que delante de ellos ya no hay inmensos ámbitos libres o que han volado tan lejos como es posible volar?.
Todos nuestros grandes maestros y precursores se han detenido, al fin, en algún punto, y no es precisamente la postura más noble y elegante la de la fatiga, pero se detienen; nos pasará igual, también a mí y a ti. Mas ¿¡qué nos importa!?, ¡Otros pájaros volarán más lejos!.
Esta compresión y creencia nuestra vuela, rivaliza con ellos en dirección a lo lejos y lo alto; se eleva verticalmente sobre nuestra cabeza y su impotencia. Desde las alturas gotea en las lejanías, vislumbrando las bandadas de otros pájaros mucho más poderosos que nosotros, que enfilarán en dirección a donde nosotros hemos enfilado y donde todo es todavía mar... Mar ¡nada más que mar!

¿Y a dónde nos encaminamos?
¿Es que queremos cruzar el mar?
¿A dónde nos arrastra este poderoso afán que anteponemos a cualquier goce?
¿Por qué precisamente en esta dirección, en dirección a allí, donde hasta ahora se han puesto todos los soles de la humanidad?
¿Se dirá acaso algún día que también nosotros, tomando rumbo al oeste, esperábamos llegar a una India, pero que nos tocó naufragar en lo infinito?; ¿O no, hermanos míos? ¿O no?

- En realidad yo pienso que creer en el infinito es creer en un mundo paralelo, mi querido Federico. Eso es despegarse de la madre tierra, vale decir, es un contraste a Zaratrustra, es mas bien algo Socrático. Quizás Wagner crea en el infinito... Pero nosotros somos mejores... ELLOS SON LA HUMANIDAD!


(mi derecho a la locura)

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