mas la idea absurda nos conduce a regular el impulso carroñero.
Dependiente, sub-yugada al lecho progenitor, aletargada por los "capaces"
y al tanto de los latidos del corazón, sin hacer oídos sordos...
¡Sólo estando allí!
Sin decir nada...
Diciéndolo todo...
Sin poder enarbolar puteadas, frases pseudo intelectuales o fanfarronear de su superioridad,
su genialidad o su bestialidad.
Simplemente perdiéndola cada segundo, asumiéndose de ese modo en su punto máximo de bestialidad,
generando la espectativa a sombra de las acciones tomadas o desechadas.
Sólo espero que en algún momento me digas: "Me cagaste la vida"
Te amo.