La tranquilidad de la luna depositada en los tiernos brazos del mar,
es más que trizas de voz apabulladas por el implacable y sostenido estruendo
de las guturaciones producidas por los enmascarados.
Te sacaste el sombrero, la corbata y pediste aquel brebaje místico.
No sólo eso, sino que brindaste lo que faltaba,
en tus palabras: "Escuchaste y fuiste escuchado".
Eso se agradece.
es más que trizas de voz apabulladas por el implacable y sostenido estruendo
de las guturaciones producidas por los enmascarados.
Te sacaste el sombrero, la corbata y pediste aquel brebaje místico.
No sólo eso, sino que brindaste lo que faltaba,
en tus palabras: "Escuchaste y fuiste escuchado".
Eso se agradece.
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