miércoles, 5 de octubre de 2016

Chinaski? no, Héctor.

Es muy difícil comenzar nuevamente a escribir después de años sin hacerlo,
pero al parecer luego de ese gran receso ha vuelto una inspiración nueva
(incluso parece ser esta una vida nueva)
Ha salido en mi memoria los días tristes del Diciembre en el que la conocí,
La primera vez que la vi, pero la primera palabra que cruzamos no la recuerdo.
Quizás fue un: "Estay aburrido?".
Cada momento de esa primera vez fue algo extraño, pero extraño en el sentido agradable.

SORPRENDENTE.

Ese mismo día conocí al gran amigo Javier, un tipo que se hace querer siempre bajo sus primeras impresiones.

Sorprendente fue estar ambos bajo el mismo abrigo luego de una noche de Cocaína y
una deuda que nunca pagaré en el bandejón.
Sorprendente fue en un momento rosar su mano y sentirla conocida.
Pareciese que ya habían estado juntas alguna vez en el eterno retorno, en la perdida constante.
Sus palabras eran encantadoras, me hacía saber de algún modo todo lo que yo quería saber,
decía todo lo que yo quería escuchar incluso aunque no fuese del todo cierto.
Al despedirnos esa primera noche, que ya se había transformado en un día laboral a las 7 u 8 de la mañana
volvió una sensación extraña, el recordar que esos ojos ya existían en un recuerdo primigenio.
Tal y como en la antigua leyenda ella mostró un recuerdo de los días eternos:
En el momento de la transacción del fiado ella me hizo ver su orejita, del mismo modo como la debo haber visto antes,
del mismo modo del que me debo haber flechado por primera vez.

Transcurrieron los días, mi cruz estaba cargada de tormentos, había perdido a quién había sido muy importante para mi,
por coincidencia el mismo día en que la vi por primera vez.
Este pesar era sostenido, pero el hablar con ella hacía pasar todo ese drama wagneriano a segundo plano,
al borde de eliminarlo.

Fuí de viaje a ver a mi gran camarada, mi primo, quien es para mi una figura ideal.
En el se encarnan los grandes valores que nunca he de olvidar, el gran amor al destino,
el gran amor por vaya a saber uno qué.
Pensaba que esos días serían un bálsamo al dolor constante y agudo, me embarqué luego de 2 días sin dormir,
2 días en los cuales la paranoia me tenía bajo sus redes, 2 días donde la cocaína y sus demonios me habían vencido.
Al llegar, por cosas del destino, esa racha se alargó y causó una crisis.

-Hermano, no aguanto más... Me quiero devolver, mi destino está en el sur pero no por el momento.

La ternura de mi amado aliado y sus técnicas con expertís en psicología me hicieron tolerar y sobrellevar el dolor.

Describo todo lo anterior porque en esa estadía recurrentemente viajamos en el auto y abusó de buena manera
del mismo disco y una de las canciones del disco se me quedó pegadísima.

-Eso es lo mío, weón... Ver puestas de sol (pensé en voz alta sin respuesta y con una sensación desconocida nuevamente)

Llegó la despedida luego de 2 semanas, fumábamos los últimos cogollos perfumados bajo los arboles de la universidad de conce.
Gonzalo se veía triste, como rara vez suele demostrarse, quizás nostálgico pero a su vez esperanzado:

"Vuelve bien a Santiago y no sigas con el autosabotaje, deja la cocaína".

Ya en santiago volví a la que era mi casa en Maipú, creo que era un domingo cerca de las 5 de la tarde.
Los Domingos son días que siempre he sentido muy tristes y sólo más tarde lo descubriría
La casa estaba sola, se sentía fría e inhóspita. Sin nada que comer y con mis ultimas lucas me compré una pilsen,
la acompañé de una cajetilla roja de 20 y el tracklist que había sonado en esas buenas 2 semanas.

Puse esa canción y me di cuenta que las coincidencias tocaban la puerta otra vez.

Lo recuerdo hoy, después de mucho tiempo... Sí, hablé con ella ese día.

Lo ocurrido luego fue sumamente intrascendental en lo que seguramente será mi vida posterior, pero si fue clave para
el desarrollo de nuestra historia.

Volví un poco a ser el de antes, como dice ese meme weón del culiao de Kangri y Dash.
Volví a cometer los errores de siempre: Cocaína y sexo casual.

Intrascendente es con quién estuve, trascendente y por lo cual lo escribo fue porque gracias a ese momento
logré acercarme a ella, siempre sin quererlo, siempre por un impulso de comodidad.

"Me caís bien" le dije un día, creo que el mismo que tenía una pena inmensa.
Ese mismo día me fui a borrar en cerveza y tragos al bar de rené.

Luego cuando nos empezamos a juntar no bastaron más de 2 o 3 salidas con amigos para que sin razón alguna
empezáramos a salir solos: "Oye, fumemonos un pitito?"

Eran invitaciones mutuas al parque bustamante por las tardes que siempre se convertían en noche riéndonos y hablando.

Creo que nunca me di cuenta hasta ahora o quizás siempre lo negué en mi consciente, pero el día que me prendó
fue el que nos juntamos en la pileta y estaba con unos hippies que tocaban tambores; Ese día la sentí más cerca que nunca.

La segunda vez que más recuerdo es el día que fuimos a fumar a Santa Lucía.

-Qué estay haciendo?

-Estoy tomando una foto para que nunca se te olvide que estuvimos aquí, ahora.

Creo que en ese momento la debí besar, pero ya había tomado una decisión: No estaría con nadie más, debía ser monje.
Esa decisión recorre mi cabeza el día de hoy, pero ya es imposible.

Ese mismo día le dije que la invitaría en algún momento al teatro municipal, pero al parecer no tuve mucha credibilidad.

-Te tengo una sorpresa.

La Gioconda.

La situación era perfecta, se veía radiante, más hermosa de lo de costumbre... Claro, la excusa era por ir al teatro.

Lo que pasó esa noche es lo que hoy me hace escribir esto antes de bajar en la combinación del metro vicente valdés:

Ese día me di cuenta de algo que sólo hoy vengo a entender: me había reencontrado con La Reina de Saba.

Te amo.

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