martes, 25 de junio de 2013

Extrañar es una maldición cuando se trata de ti

¿Cómo empezar, para no sonar frío?
Quizás con un "Hola, te extraño mucho".

Siento la angustia de perder tu mirada profunda,
de asesino, de verdugo, de confundida, de sinceridad.

Es por eso que hoy me animo a escribir estas miseras palabras,
que pueden parecer mezquinas frente a mi real intensión,
"conseguir la muerte de la eternidad", para que así nuestro amor no tenga
frontera alguna.

No quiero confundirte con palabrerías, pero si tan sólo pudiese
hacerte saber de alguna forma todo lo que he pasado,
el tiempo que nos han hecho perder, y en especial
toda la falta que me has hecho.

No soy yo quién pueda decretar nuestro fortunio,
pero si de mi dependiera, te tendría a mi lado.

Quizás tu cabello está más largo,
tu sonrisa más brillante,
tus manos más suaves,
tu voz...
¡Oh, qué hermoso recordar tu voz diciendo que me amas!

Yo sé que tu madre me odia, pero lo entiendo.
Siempre las madres de los grandes amantes han intentado separarlos,
casi siempre, en vano.

Es inevitable, al igual que la carrera suicida que corre este mundo.

Nuestro amor no tiene tiempo, porque somos lo mismo.
No me perteneces, sino más bien, nos pertenecemos y merecemos.

Si yo muriese, un riesgo inherente en esta vida que adopté, sin poder
decir estas palabras, para que así tus oídos puedan abrazar estas
palabras enarboladas a la nada, aprovecharé la ocasión para decir
lo único que debes entender de todo esto:

Te amo, hija.

No hay comentarios: